lunes, 10 de enero de 2011

El agro venezolano entre tres y dos



Sirlene Araujo

La nueva paridad cambiaria —anunciada el pasado 30 de diciembre— de 2,60 a 4,30 bolívares por dólar pone en una encrucijada al sector agropecuario criollo.
Por una lado, la medida resulta beneficiosa, ya que la producción nacional podrá competir con la importada; pero, por el otro, la ventaja se vería opacada por el encarecimiento de insumos y maquinarias agrícolas que antes se importaban con el dólar a 2,60, lo que ocasionaría un efecto dominó en toda la cadena productiva.
El “arma de doble filo” que representa la unificación cambiaria la reconocen el presidente de Confagan Zulia, Jorge Prado, y el presidente de l Federación Nacional de Cañicultores de Venezuela (Fesoca), José Ricardo Álvarez.
Los dos gremios, que representan rubros prioritarios para el país como son la leche y el azúcar que se importaban, hasta el 31 de diciembre del año pasado, a la tasa de 2,60, coinciden en que la decisión de la paridad cambiaria sería provechosa si se aplican políticas de reimpulso a la producción nacional.
En el caso de la leche, Prado destacó que “con esta nueva tasa producir leche en polvo en el país saldría más barata que la importada; pues cuando el Gobierno compraba en el exterior la leche con el dólar a 2,60, nosotros no podíamos competir con esos precios subsidiados”.
Ahora —continuó— el productor, “con la tasa a 4,30, por ejemplo, un kilo de leche en polvo importada pasará de costar 13 bolívares a 21,5 bolívares y la diferencia con la nacional será menos de dos bolívares; pues aquí cuesta producirla más o menos 22,3 bolívares. Los productores nacionales estamos en toda la capacidad de autoabastecernos de leche y lo hemos demostrado”.
Álvarez, de Fesoca, agregó que “si bien es cierto que la medida resulta beneficiosa en el sentido que sincera el precio de afuera con el local, y nos permitirá competir con los extranjeros de una forma más equitativa, también es cierto que la industria azucarera criolla está muy decaída al punto que estamos importando el 60% del azúcar que consumimos, cuando en 2009 importábamos sólo el 30%”.
El productor sugirió que para impulsar el sector “es necesario que el Gobierno dé garantías de seguridad jurídica, de que no va a seguir expropiando porque sólo así los productores volverán a invertir, éso es lo primordial, lo segundo es un plan de financiamiento y un precio sincerado del producto final. Nosotros tenemos la mayor disposición”.
Además, Prado recomendó que “el Ejecutivo debe realizar una sinceración de la cadena de producción nacional, un plan de costos, y reaunudar los comités del sector productivo, más ahora con la incidencia de las lluvias en el sector. Las medicinas veterinarias y las maquinarias que antes se compraban con el dólar 2,60 subirán; por eso hay que revisar las estructuras de costos”.
Sobre el impacto en cifras que tendrá la unificación del control de cambio en los alimentos, Ángel Alayón, especialista agroalimentario y asesor de Cavidea, estimó que “en algunos casos el impacto puede significar desde un 40% a un 70 % de los costos de producción totales, ya que la devaluación fue de 65%”.
“Es un impacto directo grande y por lo tanto todo el sistema de precios va a tener que ser revisado” , recomendó el experto.
Sin embargo, el director del BCV, Armando León desestimó este repunte y descartó esta semana un efecto inflacionario por la unificación del tipo de cambio.
Advirtió que “algunos quieren pescar en río revuelto y pretenden señalar que la medida provocará aumentos en los costos hasta en 75%”. “Éso no es verdad”, sentenció.
Con respecto a los precios de los alimentos en 2010, el BCV indicó en su último informe que la categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas se disparó a 33,8%; más de 10 puntos que el registrado en 2009, cuando acumuló 20,2%.
Según el ente emisor, el mayor aumento lo tuvieron los productos agrícolas con 55,1%, seguido de los agroindustriales, con un 26% y los pesqueros, con 23,3%.
Las dos caras de la moneda sobre la medida cambiaria ya están expuestas. Ahora queda de parte del Ejecutivo evaluarlas y decidir cuáles serán los mecanismos que diseñarán para que todas las partes de la cadena salgan ganando, sobre todo el consumidor.

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