viernes, 25 de marzo de 2011

En Medio Oriente los presidentes caen y los monarcas permanecen


Texto de AFP

Las revueltas árabes derrocaron a presidentes aferrados desde hacía décadas al poder y amenazan a otros mandatarios, pero los monarcas parecen resistir por el momento al viento de reformas que sopla en el norte de África y en Medio Oriente.

Para los analistas de la región, esa paradoja se explica por las tentaciones dinásticas de muchos mandatarios, rechazadas por la población, en contraposición a la legitimidad que lograron conservar los soberanos.

"Es evidente que los manifestantes apuntaron primero contra los presidentes" que quieren perpetuarse o dejar al frente del país a sus hijos o familiares, subrayó un experto del Brookings Institute de Doha, Salman Shaij.

El primero en caer este año fue el tunecino Zine Al Abidine Ben Ali, seguido del egipcio Hosni Mubarak. Actualmente, está en la mira de las protestas el presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh.

"La gente se manifiesta contra regímenes presidenciales que quieren convertirse en familias reales", coincide Mustafá Alani, del Centro de Investigaciones sobre el Golfo Árabo-Pérsico en Dubái.

Ben Ali y Mubarak pretendían transmitir el poder a miembros de sus familias, instaurando un tipo de sucesión ajeno a los sistemas republicanos; y Saleh ya había manifestado su deseo de ver a su hijo como su sucesor.

En Argelia, el mandatario Abdelaziz Buteflika, en el poder desde hace 12 años, enfrenta una creciente oposición que lo acusa de abuso de poder. El mandatario pretende presentarse a otro mandato de cinco años, que finalizaría en 2014.

Mientras que en Libia, una rebelión armada, que cuenta con el apoyo de países occidentales y árabes, intenta derribar a Muamar Gadafi, en el poder desde 1969, cuyo hijo Seif al Islam parecía encabezar la lista de candidatos a la sucesión.

"La gente también se rebela contra dirigentes que llegaron al poder como revolucionarios, pero que se han convertido en tiranos", afirmó Jamil Mroue, periodista que vive en Abu Dabi.

En el otro extremo, las monarquías de Marruecos, Jordania o de los países petroleros del Golfo han logrado hasta el momento resistir mejor a movimientos de protesta popular, y sus fuerzas armadas no han dado señales de agitación.

"Las monarquías benefician de mayor legitimidad y mayor estabilidad, debido a su arraigo en las sociedades tradicionales", indicó Shaij.

A la par, explicó Alani que "un rey tiene el derecho a transmitir el poder a su hijo o su hermano. Sin embargo, los monarcas deben emprender reformas si quieren perpetuarse. Su legitimidad histórica no los protegerá siempre".

Las monarquías del Golfo tienen además una carta suplementaria en mano para resistir a las reformas: la certeza de que los países occidentales, y en particular Estados Unidos, no ayudarán a darles un empujón pues hay allí "muchos intereses en juego en términos de petróleo y de recursos energéticos", subraya Shaij.

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